Nobel Run Historias: Katalin Karikó + carta promocional

1 de diciembre de 2024 por

Katalin Karikó

(Hungría, 17 de enero de 1955)

"Todas las noches trabajaba proponiendo proyectos de investigación para obtener financiación, financiación, financiación. Y siempre volvía no, no, no".

 

BIOGRAFÍA

  Bioquímica húngara autora de avances cruciales que han hecho realidad las terapias de ARN mensajero (ARNm), una tecnología que logra que sean las propias células del cuerpo las que producen las moléculas con capacidad terapéutica. Lleva más de 40 años investigando sus posibilidades y sorteando numerosas barreras (humillada por la idea, no recibía apoyo económico para su investigación e incluso, casi fue deportada). Cuando llegó la pandemia, su trabajo se convirtió en la base de las vacunas más eficaces del mundo contra la COVID-19. Por ello, en 2023, recibió el Premio Nobel en Fisiología o Medicina, junto con el inmunólogo Drew Weissman.  

Una carta que marcó su destino

  Katalin Karikó nació en 1955 en una pequeña ciudad de Hungría, llamada Kisújszállás. Su padre era carnicero y su madre contable. Su infancia estuvo a kilómetros de distancia de las instituciones de investigación en las que más tarde trabajaría. Un día, en el instituto, le animaron a escribir una carta a Hans Selye, famoso endocrinólogo. Para sorpresa de Karikó, Selye le contestó. Es una de las razones por las que ella intenta responder a las cartas que le envían: "Una vez también recibí una carta en un pueblo pequeño". En 1982, se doctoró en bioquímica en la Universidad de Szeged y comenzó su formación posdoctoral en el Centro de Investigación Biológica de Szeged, donde empezó ya a trabajar con ARNm sintético.    Ese mismo año, nace su hija Susan. Cuando aún era pequeña, Karikó se quedó sin financiación por primera vez. Se puso en contacto con equipos de investigación de toda Europa con la esperanza de encontrar trabajo. Nadie tenía una plaza para ella en su laboratorio.    En 1985, le ofrecieron un puesto en la Universidad de Temple, en Filadelfia. Karikó y su marido vendieron su coche, canjeándolo por 900 libras esterlinas en el mercado negro. Como el gobierno comunista húngaro tenía prohibido sacar grandes sumas de dinero del país, la pareja cosió el montante a uno de los peluches de Susan para pasar los controles.  

   

A punto de ser deportada

  Pero cuando Karikó y su familia llegaron a Estados Unidos, se enteró de que la financiación para el puesto aún no era segura. Estaba decidida a quedarse en Estados Unidos, a pesar de que apenas hablaba inglés, así que se conformó con el trabajo que pudo conseguir: un puesto de investigadora a unos 240 km de su nuevo hogar. Pasaba allí toda la semana laboral, a menudo durmiendo en su despacho, pues no tenía recursos para alquilar otro lugar.   Cuando Karikó aceptó un puesto mejor pagado en la Universidad John Hopkins, su responsable de laboratorio, Robert Suhadolnik, intentó deportarla. En una reunión le dijo que tenía dos opciones: “Puedes trabajar en mi laboratorio o volverte a casa”. Suhadolnik avisó a una oficina local de inmigración. Karikó y su marido tuvieron que contratar a un abogado a un alto coste para pelear la orden de extradición. Finalmente perdió la oportunidad de unirse a John Hopkins.   

Negativa tras negativa

  En las décadas de 1980 y 1990, el ARN mensajero podía generar una potente inflamación causada por el sistema inmune, que pensaba que el ARN introducido era de un virus. Karikó buscaba la solución. En 1989 empezó a trabajar con el cardiólogo Elliot Barnathan en la Universidad de Pensilvania. No era un puesto fijo, lo que significaba que necesitaba financiación externa para continuar su trabajo. Con Barnathan, estaba decidida a idear una solución que rescatara sus células. Ambos lograron un éxito decisivo en un experimento conjunto, pero Barnathan no tardó en renunciar para incorporarse a una empresa de biotecnología, con lo que Karikó se quedó sola. Buscaba financiación y recibía negativa tras negativa pues todo el mundo pensaba que era una locura, que no funcionaría.    En 1995, tras varios rechazos de financiación, fue rebajada de rango en la Universidad de Pensilvania. Ante la necesidad de tener un trabajo para renovar su visa en Estados Unidos, aceptó ese puesto con un sueldo menor. Los fines de semana que pasaba en el laboratorio, las noches que trabajaba hasta tarde... todo lo hacía por su investigación. También le diagnosticaron un cáncer. Estuvo a punto de abandonar. “Pensé que tal vez no era lo suficientemente buena, no lo suficientemente inteligente”. Pero no se rindió.   

La fotocopiadora que lo cambió todo

  Karikó seguía acumulando rechazos, pero un día quiso el destino que, junto a una fotocopiadora, su vida profesional se cruzará con la del inmunólogo Drew Weissman. Él estaba interesado en desarrollar una vacuna contra el VIH. Ella le dijo que podía hacer una. Así empezó un tándem científico irrepetible.     Weissman y Karikó trabajaron en equipo para encontrar la combinación precisa de moléculas que permitiera que el ARNm creado en el laboratorio se comportara como el ARNm que las células producen por sí mismas. Sus resultados cada vez eran más interesantes pero no conseguían financiación, no conseguían artículos, no había interés por el ARNm. Su artículo sobre cómo el ARNm -manipulado para eludir esa respuesta inmunitaria destructiva en seres humanos- podría utilizarse para dar nuevas "instrucciones" a células enfermas no fue aceptado en una revista revisada por pares hasta 2005. Mostraba el primer atisbo de un mundo en el que el ARNm podría tratar no sólo una enfermedad sino cientos. Sin embargo, tuvieron que pasar años para que se prestara atención a la publicación y a sus posibilidades.    En 2008 se creó una nueva empresa que planeaba utilizar el ARNm para desarrollar vacunas contra el cáncer, BioNTech, que obtuvo la licencia del trabajo que Karikó y Weissman habían patentado. Años más tarde, Karikó se uniría a la empresa, de la que hoy es vicepresidenta.    Ese mismo año, el doctor Derrick Rossi, entonces profesor adjunto de la Facultad de Medicina de Harvard, se topó con su trabajo mientras buscaba una solución para la muerte celular. A partir de las investigaciones de Karikó y Weissman, publicó las suyas en 2010. Con la financiación obtenida gracias a ese artículo, cofundó una nueva empresa emergente en el mundo de la biotecnología, a la que llamó ModeRNA.    Cuando llegó la pandemia, BioNTech diseñó su vacuna de ARNm en horas. Moderna tardó menos de un fin de semana. Lo novedoso del ARNm es que no se inyecta en nuestro cuerpo el virus ni proteína del virus, sino las instrucciones para producirla.    Esta tecnología está llamada a extenderse a otras áreas terapéuticas en el futuro, como las enfermedades autoinmunes, el cáncer, los trastornos neurodegenerativos, las deficiencias enzimáticas y otras infecciones víricas.  

Ejemplo de perseverancia

  En 2023, recibió el Premio Nobel en Fisiología o Medicina, junto con Drew Weissman. Su hija ha ganado dos medallas de oro olímpicas en remo. Este deporte le ha proporcionado la metáfora perfecta para entender la valentía y determinación de su madre: "En el remo también vamos hacia atrás. No sabemos dónde está la meta, pero confiamos en que está ahí y en que vamos a alcanzar esos objetivos". Historia redactada por Lorena Fernández, coautora de Nobel Run. Referencias: 

CARTA PROMOCIONAL NOBEL RUN

Con motivo de la entrega del Premio Nobel a Katalin Kakiró, el equipo de diseño de Nobel Run nos trae una nueva carta promocional para el juego. A continuación podéis descargar la carta creada por Iñigo Maestro, ilustrador del juego.
PINCHA AQUÍ PARA DESCARGARLA

En esta carta, además, estrenamos una nueva habilidad, por la que seremos inmunes a las cartas con efectos negativos.