Nobel Run Historias: Jocelyn Bell Burnell

Conoce a una de las protagonistas de Nobel Run
1 de diciembre de 2024 por

(Belfast, Reino Unido, 15 de julio de 1943)

 

“Además de referentes como Marie Curie, la sociedad necesita modelos normales, cotidianos, para generar vocaciones científicas en las niñas.”

  Astrofísica que codescubrió la primera radioseñal de un púlsar aún siendo estudiante de doctorado. Publicó el artículo del hallazgo junto a su supervisor de tesis -Antony Hewish- y Martin Ryle. Sin embargo, ellos recibieron el Nobel de Física y Bell no. Lo más hiriente es que ella tuvo que convencer a Hewish, ya que inicialmente se mostró escéptico al creer que estas señales eran producidas por el ser humano.
 


De las ciencias domésticas a la radioastronomía 

El 15 de julio de 1943 Susan Jocelyn Bell nació en Belfast. Desde pequeña, mostró gran interés por la ciencia y sabía que quería ser astrónoma, pero no siempre lo tuvo fácil. Cuando estaba en secundaria, un día mandaron a los chicos al laboratorio a aprender ciencia mientras a las chicas les tocó ir a la sala de cocina para aprender a ser buenas amas de casa. Nuestra protagonista protestó ante su profesora de ciencias domésticas, pero no le hizo caso. Esa misma noche, cuando se lo contó a su familia, montaron en cólera. En la siguiente clase de ciencia, se fue al laboratorio con los chicos.

En la biblioteca de su padre encontró el libro ‘Frontiers of Astronomy’ de Fred Hoyle. Tras leerlo, y antes de terminar el colegio, se apasionó por la radioastronomía, lo que la hizo querer estudiar la radiación emitida por los cuerpos celestes en el espectro de las radiofrecuencias. Para ello, se matriculó en la Universidad de Glasgow, siendo la única mujer en una clase de 50 personas. Le tocó aguantar muchas humillaciones como la “tradición” de que, cuando una mujer entraba en la sala de conferencias, todos los chicos silbaban y golpeaban sus escritorios. Si Bell no hubiera tenido claro lo que quería hacer, probablemente habría tomado otro camino. 

El síndrome de la impostora

Después de esto, presentó la solicitud de ingreso en Cambridge, uno de los lugares punteros en radioastronomía del mundo. Pero como ella misma cuenta, el síndrome de la impostora apareció, haciéndole pensar que no era lo suficientemente inteligente para esta universidad: “Se han equivocado al admitirme. Van a descubrir su error y me van a echar a la calle.” Esto hizo que se esforzara el doble para rebelarse contra todo un sistema que le había dicho de forma implícita (y a veces también explícita), que ese no era su sitio.   
Ahí conoció al profesor Antony Hewish, cuyo interés era encontrar cuásares (objetos muy compactos, de muy pequeño volumen y que emiten ondas de radio). Así que su primer trabajo fue construir, junto a otros estudiantes, el radiotelescopio que iban a utilizar en esta labor. De nuevo, Bell era la única mujer en el equipo, a excepción de las secretarias. Tardaron 2 años en terminarlo. Tras esto, quedaron solo Hewish y ella en el proyecto: él era la persona que había tenido la idea y había conseguido la financiación para la construcción, y ella, que estaba haciendo su doctorado, era la que gestionaba el telescopio y analizaba la información (casi 30 metros de papel cada día a mano). 

Los púlsares

Un día, mientras estaba buscando cuásares, detectó una señal que no había visto hasta entonces. Fue a mostrársela a Hewish pero él le dijo que era una interferencia. Que seguramente ella había conectado el radiotelescopio mal y que era por eso. Pero Bell sabía que no era así y siguió observando. Fue su perseverancia la que hizo que descubrieran la primera radioseñal de un púlsar (una estrella de neutrones que emite radiación periódica muy intensa a intervalos cortos y regulares).  Hewish anunció el descubrimiento en una conferencia en Cambridge, donde estaba hasta el mismísimo Fred Hoyle, que había servido de inspiración a nuestra protagonista. Pero en ese momento, ni siquiera citó a Bell.  

En 1968, publicaron en Nature un
paper anunciando el primer púlsar. Este artículo produjo un enorme interés mediático. Pero mientras la prensa le preguntaba a Hewish sobre astrofísica, a Bell sobre cuántos novios había tenido, si se describía como rubia o morena, cuáles eran sus medidas… Los fotógrafos le pedían que se desabrochara algunos botones de la blusa y en los titulares salía como “la chica” en vez de denominarla científica.  Ese mismo año, se comprometió y casó con Martin Burnell. Recibió en ese momento más felicitaciones que cuando hizo uno de los descubrimientos más emocionantes de la astronomía. Cuando se casó, dejó Cambridge. En 1974, se anunció que el Premio Nobel de Física iría por vez primera al campo de la astrofísica por este gran hallazgo. Pero los ganadores fueron Anthony Hewish y Martin Ryle, responsable del Cambridge Radio Astronomy Group. Se habían olvidado de Jocelyn Bell Burnell. Hasta el mismísimo Fred Hoyle se enfureció por la decisión de la Academia. 

Un referente para niñas y jóvenes

50 años más tarde ganó el Premio Breakthrough Especial en Física Fundamental por haber sido la verdadera descubridora de los púlsares, por sus logros científicos y su liderazgo inspirador. Donó los 3 millones de dólares al Institute of Physics para proporcionar becas de investigación que ayuden a hacer de la ciencia un campo más diverso con mucha más representación de las minorías. Hoy en día sigue dando conferencias y siendo una referente.    Historia redactada por Lorena Fernández, coautora de Nobel Run.   Esta es una de las muchas científicas e inventoras que podrás encontrar en el juego de mesa Nobel Run. Descúbrelas a todas en Nobel Run Historias.