(Viena, 9 de noviembre de 1914 – Florida, 19 de enero de 2000)
“Cualquier mujer puede parecer glamurosa. Lo único que tiene que hacer es quedarse quieta y parecer estúpida.”
Actriz de Hollywood e inventora, Hedy Lamarr fue una mujer que quería dejar su huella en el mundo, pero ese mundo no podía ver más allá de su rostro. Inventó y patentó junto a George Antheil la primera versión del espectro ensanchado por salto de frecuencia que permitiría las comunicaciones inalámbricas de largas distancias. Cuando Hedy Lamarr intentó unirse al Consejo Nacional de Inventores, su director, Charles F. Kettering le dijo que podía servir mejor a su país promocionando bonos de guerra, menospreciando así su invento que ahora es la base de tecnologías como el Wi-Fi o el Bluetooth. El 9 de noviembre se celebra el Día Internacional del Inventor en su honor..
Una vida de película
Hedwig Eva Maria Kiesler nació en Viena en 1914, en el seno de una familia judía de clase alta. Era una niña muy brillante, considerada por su profesorado como superdotada. Desde muy pequeña comenzó a interesarse por las ciencias y la interpretación, recibiendo clases de piano, danza, artes escénicas e ingeniería, pero abandonó estos últimos estudios para empezar su sueño de ser actriz. Con 16 años empezó su carrera cinematográfica.
Su quinta película, Éxtasis (1933), fue todo un escándalo en la época al convertirse en la primera mujer de la historia del cine que aparecía desnuda y fingiendo un orgasmo femenino en una película comercial. La cinta fue condenada por las Ligas de la Decencia y por el papa Pío XI y también hizo que Friedrich Mandl, un magnate de la industria armamentística, amigo y aliado de los fascistas, se encaprichara de ella. Consiguió concertar un matrimonio de conveniencia con sus padres, en contra de la voluntad de Lamarr, arrancando así uno de los capítulos más dolorosos de su vida.
Su marido, un celoso enfermizo, intentó reunir y destruir todas las copias de Éxtasis, la sometió a un estricto control encerrándola en casa, solo la dejaba desnudarse o bañarse en su presencia y la obligaba a acompañarle a todos sus actos sociales y comidas de negocios para no perderla de vista. Lamarr aprovechó esta situación para retomar sus estudios de ingeniería y recopilar todo tipo de información acerca de la tecnología armamentística del régimen nazi en esas cenas que organizaba su marido, a las que era invitada para ser exhibida como un trofeo.
Un día, cuando esa jaula de oro donde la habían encerrado le resultó ya insoportable, decidió escapar de una manera casi cinematográfica. Hay dos versiones de la historia: una sostiene que huyó por la ventana de un restaurante y otra que le dio un somnífero a su asistenta y salió de casa suplantándola. Huyó a París, luego a Londres y, de ahí, a Estados Unidos.
Durante el viaje en barco, la suerte hizo que coincidiera con Louis B. Mayer, fundador del imperio industrial cinematográfico Metro-Goldwyn-Mayer y, antes de llegar a puerto, ya tenía firmado un contrato para trabajar en Hollywood. Eso sí, con un pequeño peaje: Mayer le pidió que se cambiara el nombre para que no la relacionaran con Éxtasis. Así que se rebautizó con el de Hedy Lamarr, en memoria de la actriz del cine mudo Barbara La Marr.
La prensa le puso el título de «la mujer más bella del mundo», inspiró los personajes de Blancanieves y Catwoman y, en los años 40, pacientes de cirugía plástica solicitaban con frecuencia su perfil.
Su faceta inventora
La pasión de Lamarr por inventar comenzó con 5 años, cuando desmontó una caja de música y la rearmó. Sin embargo, durante su vida fue alabada por su belleza y subestimada por su inteligencia. De hecho, recibió una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood en 1960, pero no fue hasta 2014, 14 años tras su muerte, que la incluyeron en el National Inventors Hall of Fame.
Diseñó para Howard Hughes un avión que era mucho más rápido que los que existían entonces, inventó una pastilla que se podía disolver en agua para darle un sabor a Coca-Cola, creó un sistema previo al dron de vigilancia… Y, cómo no, el espectro ensanchado por salto de frecuencia, base de tecnologías actuales como el Wi-Fi o el Bluetooth.
Lady Bluetooth
En los primeros años de la Segunda Guerra Mundial, el uso de misiles submarinos era clave. Pero el contacto por radio entre el torpedo y el barco desde el que se lanzaba tenía un punto débil: si las fuerzas opuestas calculaban en qué frecuencia se comunicaban, podían bloquearla y desviar el curso del proyectil.
Lamarr y George Antheil, un amigo compositor de piano, resolvieron este problema creando un sistema que permitía que el torpedo y la nave se comunicaran saltando entre diferentes frecuencias de radio, lo que evitaba que fuesen interceptadas por el bando enemigo. Ella tuvo la idea inicial y él creó el modelo práctico de un dispositivo que permitiría a los transmisores de radioguía y a los sistemas receptores de los torpedos saltar de frecuencia simultáneamente, eludiendo los ataques rivales.
En 1942, patentaron el sistema, cediendo a la Marina de Estados Unidos su invento, pero lamentablemente no les tomaron en serio. La respuesta oficial fue que la invención era demasiado engorrosa y que no era una tecnología militar útil. Sin embargo, lo que realmente querían trasladar es que les resultaba improbable que una actriz y un músico hubieran inventado una tecnología que les pudiera llegar a ayudar. De hecho, le indicaron a Lamarr que podía apoyar los esfuerzos de la guerra de forma más eficiente como pin-up: impulsando los bonos de guerra, entreteniendo y vendiendo besos.
Este desarrollo podría haber acortado la Segunda Guerra Mundial un año. La inventora rechazó películas como Casablanca para desarrollar lo que hoy se conoce como técnica de «salto de frecuencia».
Aunque la patente no expiró hasta 1959, nunca recibieron el reconocimiento adecuado por esta idea, cuyo valor se estima ahora en 30.000 millones de dólares. Tuvieron que esperar a 1997 para que ambos recibieran el premio Pioneer Award de la Electronic Frontier Foundation. Lamarr, entonces, rehusó recoger el premio y solo dijo «Ya era hora».
Sus últimos años
Nuestra protagonista siguió inventando hasta que se acercó su final: un nuevo semáforo, collares fluorescentes para mascotas… Murió a los 85 años en su casa de Estados Unidos.
En la actualidad, el Día Internacional del Inventor se celebra el 9 de noviembre, conmemorando su nacimiento.
Historia redactada por Lorena Fernández, coautora de Nobel Run.
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